30 minutos. Siempre hay un personaje cuyo nombre y poder han ido cambiando a lo largo de los siglos, pero siempre se caracteriza por gestionar un espacio escénico o una representación. La música, la danza, el teatro, la ópera, la sarsuela, la performance, las representaciones más inclasificables y las ceremonias más peculiares necesitan de esa persona importante que, oculta a los espectadores, preside en secreto los hilos invisibles que permiten florecer todo proceso creativo que involucra el juego, tal como pensaban sus autores.

En el crepúsculo, más allá de la cámara negra que concentra la luz que ilumina la escena, entre los actores concentrados en su texto, tramoyistas en tensión suspendidos en las galerías, bailarines calentando los músculos de la chacena o sopranos que fijan sus voces en A lo lejos del camerino se encuentra el responsable de toda la información, que conoce todo lo relacionado con la ejecución técnica de la actuación, que da órdenes que ofrecen seguridad y generan confianza. Situado a poca distancia de la boca del escenario, está delante de una mesa y un monitor, armado de un guión o de una partitura limitada y de un equipo de intercomunicación, concentrado en cada efecto de luz, cada sonido, cada cambio de escena, cada aportación de los intérpretes y cada detalle diseñado por el equipo artístico que ocurre en un momento precisamente predeterminado.

5 minutos. Las interminables reuniones, sketches, planos, figuritas, listas, horarios, tediosos planes de ensayo, proyecciones técnicas y generales, estrenos, momentos de tensión, amistades, nervios y miedos están a punto de convertirse en algo mágico, irrepetible, efímero y, al mismo tiempo, eterno. ¡Respira hondo y disfruta! Eres parte de un lenguaje tan antiguo como el hombre. Eres director de escena y tienes una profesión maravillosa.