Juan Antonio Cepeda partió de la convicción de que la lucha contra la corrupción puede ser una política pública auténtica, sin falsedad; que es posible lograr un Estado de derecho en el que la transparencia sea una parte fundamental de nuestras instituciones. Sin embargo, señala que el gatopardismo es el principal obstáculo a superar. Mientras el poder se valga de la idea de cambio solo como una fachada, mientras se cambie todo para que todo siga igual, el poder continuará aprovechándose de los recursos públicos en beneficio propio. A lo largo de la historia, desde la época de la Colonia y las injusticias de Hernán Cortés, hasta los momentos actuales de corrupción, fraudes descarados y líderes cuestionables, nuestra cultura mestiza ha priorizado el gatopardismo de un cambio genuino, pero esto no significa que estemos destinados a soportarlo eternamente.